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Crisoles de la mezquita azul

Cuando colaborar es competir con uno mismo.

A veces, me sitúo en la consciencia de que buscar antagónicos es limitarse mucho. Sólo a veces...habitualmente,para qué negarlo me fabrico un lo uno o lo otro que no son excluyentes. Asi que no sé muy bien por qué (tendré que analizarlo) me surge un recuerdo, hermoso para mi, y dejo fluir a mi inconsciente por si puede servir de algo más que de bufa que si se queda en eso pues útil será.

Cuando mi hija Raquel tenía 8 años me acerqué con ella a un picadero cerca de Ávila. Como siempre me ha gustado acercar a Raquel a experiencias relacionadas con la Naturaleza y aprovechando que mi suegra había comprado una casa y pasábamos allí el verano le propuse para distraerla,  un paseo a caballo. Cómo esto de montar a caballo no es algo fácil decidimos tomar unas clases y a razón de tres días durante dos semanas estuvimos dando círculos y trabajándonos las agujetas.

 

Cada vez que íbamos a esa casa de verano me pedía que la llevase y allí iba yo, con ella, montando en el mismo círculo, hasta que nació su hermana Sofía, que deje de montar porque me llevaba a las dos y alguien debía cuidar de la pequeña.

 

Sofía murió y dejamos esta afición durante una temporada. Cuatro años después nació Águeda y después “los mellizos”.Como parecía que todo se iba normalizando y pensando en Raquel le propuse buscar un sitio cerca de nuestra casa, al que acercarnos los fines de semana para seguir manteniendo esa afición que tanto le gustaba. Encontramos un sitio que además estaba federado y la permitía si tenía paciencia y ganas obtener los títulos como monitora profesional. A Raquel siempre le han gustado los animales y trataba a los caballos con mucho cariño. Cuando la clase exigía limpiarlos y cuidarlos, yo dependía de ella. No me hacia ninguna gracia meter la mano en la boca para ponerles el brocado o situarme detrás de ellos para comprobar los cascos. Ella me ayudaba y disfrutaba limpiándolos.Los miraba varias veces antes de dar por terminada su tarea. Siempre establecía una relación con ellos antes de subirse a ellos. Les hablaba cariñosamente, acariciaba sus crines y les daba naturalmente un premio en forma de palmadita cuando conseguían el salto. Era buena y yo me sentía orgullosa de esta niña de 16 años amante de los animales. Ahora pienso que hacia equipo con su animal favorito.

 

Todos los fines de semana durante dos años asistímos a las clases e incluso apuntamos a Águeda con los ponys para que se  familiarizara. Ahí íbamos las tres amazonas de la casa que volvíamos siempre embarradas y oliendo a no sé sabe qué mientras que coincidíamos en el ascensor con la gente que iba a misa. Y no nos preguntaban nada aunque era más bien evidente, con los cascos, las fustas y las “pintas” jajaja

 

Un domingo que yo estaba yendo un poco más allá, que del paso al trote, del trote al galope... íbamos a trabajar saltos...emocionante... más me tocó un caballo un poco nervioso. Normalmente nos asignaban el caballo y cambiábamos con frecuencia (forma parte de aprender a montar al margen de la docilidad del caballo, variar, ser capaz de manejar el caballo a pesar de si mismo)A este no le cogía el aire...de repente se paraba y no atendía ni a mis rodillas ni a los talones ni a las señales convenidas.Puede que yo también hubiera tenido un mal día y no estuviera todo lo concentrada que lograba estar allí subida, el caso es que después de generar en mi la confusión  hizo una cabriola y yo me solté de las riendas tirandome al suelo por la parte trasera.

 Realmente no me tiró él ;me tire yo. Me tire porque me daba miedo que me tirase...jajá jajá ...se puede ser más absurda. Tirarse por miedo a que te tiren...jajajaja  pero así fue. Permanecí unos segundos en el suelo inmóvil comprobando si me había roto algo, parecia que no pero temía moverme por si acaso.Notaba mi peso sin hacer ni un solo amago de levantarme...oía voces...levántate, súbete al caballo, súbete al caballo...no podía moverme...¿cómo?¿cómo súbete al caballo?.

 

El profesor trajo el caballo y me instó a que subiera .Yo empecé a excusarme...no puedo, no puedo( al estilo Chiquito)...si puedes y no es por ti , tal vez tú ya no quieras volver a montar después de esto pero el caballo aprenderá que tiene el poder de tirarte a ti y a los siguientes que quieran montarle y eso no lo puedo consentir. Así que vuelve a subir, das dos vueltas le mandas un trote , un galope...y te vas.

 

 Raquel vió la caida pero llegó a esta parte. Como siempre...tomé por fuerza lo que ella podría aprender y me subí al caballo, me di dos vueltas, le ordené el trote con las piernas y con la fusta y acabó obedeciéndome. Cuando me lo dijo el profesor baje y me vine con Raquel  y Águeda para casa. Ella, que entonces leía las revistas y libros sobre caballo que caían en sus manos, me explicó que era necesario hacerlo aunque yo me hubiera asustado y sobretodo el caballo si era algo vago utilizaría esa estrategia para todos los jinetes siguientes. Me gustaba verla plenamente convencida tratando de convencerme a mí de lo que era más conveniente.A partir de entonces, seguí llevándola a ella...pero yo no volví a montar aludiendo que no podía arriesgarme a romperme la espalda teniendo otros hijos que cuidar.

 

Tal vez... ha llegado el momento ahora que todos son más mayores de volver a subirme y manejar la situación... esta vez amarrándome fuerte ante sus cabriolas y no dejándome tirar, apretando bien las piernas... con firmeza..., sintiéndome dueña de la situación. Sabiendo que puedo resistir sus jugadas y sus intentos de abandonar la tarea a través de los deslices y la situaciones confusas, sabiendo que yo decido si me tiro y cuando me tiro, a la primera a la segunda o a la tercera o si me tiran y no abandonándome a la voluntad de un caballo que ese día no tiene ganas de trabajar . Después de todo los riesgos están controlados ...no es un caballo salvaje, je..

Gracias al profesor y a las necesidades del caballo aprendí que yo también decidia. Ahora pienso que estaba poniendo a prueba mi pericia  y le miro cómo al que me daba más oportunidades de demostrar lo aprendido superando la técnica que esa ya estaba trabajada. Es cómo si me estuviera diciendo ¿Qué tipo de jinete eres tú?¿Eres de las que se dejan llevar’¿Si todo va bien tú vas bien?¿Vas a pasarte la vida en la pista o esperas pasear por caminos donde yo me niegue a entrar?¿Y si me niego...te vas a tirar en el barro y volverás andando?

 

 Me parece oirle relichando satisfecho y a mi pensando:

Si te niegas es posible que no vuelva a elegirte o no ,a lo mejor me pico y hago de domarte mi destino en la vida, aunque.hay más caballos que pueden ofrecerme aprender lo mismo de otro modo, pero tú., tú no te vas a quedar sin saber que yo tengo valor para volver a mirarte, a colocar mis pies en los estribos, sujetar las riendas y tu cuerpo con mis rodillas y hacer que me obedezcas..No soy tu víctima ni tu verdugo. Dejemos los antágonicos.Si quieres establecemos una competencia y colaboramos En esto, cada uno es su sitio y en su rol . Yo no voy a hacer más que lo que tengo que hacer y tú puedes hacer lo mismo. Lo demás... ya se verá.

7 comentarios

Gloria -

Ay Paloma... leo ahora esto por primera vez y... bueno, sólo puedo agradecerte la historia, una historia de familia a la vez que una historias más "tuya", una mirada a tu forma de enfrentarte a las cosas, un acercamiento a conocerte aún más, una disposición valiente ante lo que viene...

Da gusto contigo.

Un abrazo muy fuerte.

Carmenchu -

Hola paloma:

Mi caballo se ha unido al " simbolismo" de la paloma del mes pasado...

Me dice: ¿miedo?... ¿a qué?

Se responde:

- A no cabalgar...a ir siempre al galope...a no oír al indio que llevo dentro…a que lo domestifiquen…

MIEDO….. A NO TENER CORAJE.

Un relincho de libertad...para todos...

David -

Me uno a los elogios. Es absorbente tu relato y genial el poso que deja. A veces dejamos y/o evitamos los mejores caballos, sin reparar en la suerte que hemos tenido por encontrarnos con ellos.

Un abrazo lleno de gratitud.

Carmen -

¡Qué bonito, Paloma! ¡Qué bonito!

Carmen

Alejandro -

Me ha encantado la historia. Gracias.

Alejandor

Paloma -

Gracias por todo Carmenchu...aunque miedo me das más libre y más salvaje.
Ayer volví a escribir en tu blog y de nuevo...resbalón.
Mucha hazaña caballesca y esto de los blogs...¿como me lo tomo?...¿Cómo el cabalo de Troya?¿necesito tropecientos para hacer un comentario o colgar un video en condiciones?ggggrrrrrrrr.....
Perdona...no va contigo.
Nos vemos y que sepas que yo te leo siempre y me gustó el recuerdo de Silvio Rodriguez...pensé en la canción del Elegido.

Besos ... muchos besos.
Paloma

Carmenchu -

Pero bueno si que estas PRODUCTIVA... ¡genial este dinamismo virtual¡...

Estos días de atrás, he conversado con gente, que se sentía VIOLENTA, al hablar de sí mismo. Podía PALPAR AL MIEDO, de sentirse TRAICIONADO...

Una vez superado el hándicap, se les percibía un BRILLO EN LOS OJOS, habían soltado LASTRE...

Mis ojos también se han iluminado al leerte y ver tantos nombres personales, AL VISUALIZAR LA CONFIANZA.

Gracias por este gesto equinoCOLABORATIVO...

Has susurrado a mi caballo interior, me siento aún más SALVAJE, eso me encanta, porque para mí es inherente a LIBRE.

Me he alimentado leyéndote, buen ÁGAPE.

Un abrazo