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Crisoles de la mezquita azul

Tres en pausa

En blanco y negro ...como no podía ser de otra manera;)

4 comentarios

Carmen -

¡Aaaah!... qué bien huelen algunos cadáveres calcinados.

Juanjo -

Vaya par de Ángeles, de Alicanti por supuesto. Muchas gracias por la dedicatoria, me lo pasé muy bien. Otro día quedamos para ir al restaurante caro que eso de los patés me tira mucho.
Sobre lo de Erni, es agua pasada. Qué duda cabe que yo también le echo de menos. Intuyo que si nos hubiera visto el sábado diría algo así:

“Amigo, he conocido a mujeres que pueden hacer que tu cama pase a formar parte de las zonas húmedas de la casa junto con la cocina y el baño en un inventario”- Cuando era joven, lo que más me interesaba de una mujer era su placa de tórax y ahora con el paso de los años, debo decir que si pudiera elegir, desearía de una mujer que en vez de que elogiara mis gustos musicales me pasase la lenguaje por la oreja.
Mi padre era un hombre extremadamente estricto y religioso que bendecía en casa hasta lo que vomitábamos. Mi madre, sin embargo era una mujer que me inculcó el amor por las pasiones y los instintos. En una ocasión, mi madre le dijo a mi hermana mientras se atusaba el flequillo junto al espejo –Kati cariño, una mujer a de utilizar sus modales sólo para que los hombres pierdan los suyos” . A mi eso me parecía una aberración, pero con el paso de los años comprendí que leer algo sobre las relaciones humanas era menos excitante que sentir en el baile como el bajo vientre se colaba entre las piernas de una mujer como un perro husmeante.
Una amiga de madrugada me comentó- “Erni cariño, lo de conducir no es que me apasione sin embargo debo reconocer que de vez en cuando me encanta sentir la mirada lasciva en mi espalda del empleado de la gasolinera. Me eduqué entre la repulsión a lo masculino y el culto al triunfo, soy una mujer con éxito y aunque de joven sentía ser la debilidad de los hombres hoy me inquieta sentir su respeto. No es que los tiempos en color sepia sean mejores por su nostalgia, claro que no y más cuando aún siento que al caminar calle abajo se siguen juntando sin remedio mis piernas entre las cejas de un hombre”

David -

Hola, queridas sirenas en transición.

Qué de tiempo que no dejaba un comentario por aquí; me doy cuenta ahora, que voy a dejar uno.

Simplemente es para recomendaros otra versión más del tema que presentas, Paloma. Esta es de Brian Setzer y su orquesta: http://www.youtube.com/watch?v=kVpz9k5myno Un fenómeno de la guitarra que me lo dio a conocer mi amigo Ernesto.

Besos.

Carmen -

Desde un tercio de la pausa...

Transición entre un espacio interior y otro exterior mediante pausa. Medir una transición espacial mediante un tiempo en pausa musical que te va aproximando al exterior sin despedirte aún del interior. Es un umbral de sonidos que acompaña la salida desde la música de un bar de copas hasta la sinfonía nocturna de una calle madrileña en fin de semana.

En la pausa alguien dice:

-¡Esperad!, por favor. Quiero escuchar esta canción entera-.

Entonces la transición se detiene espacialmente, no salimos al exterior, pero sabemos que el tiempo avanza, que la canción se extenderá durante un tiempo de dos minutos y cincuenta y nueve segundos. La pausa que nos ha permitido no trasladarnos de lugar sí nos ha hecho recorrer un tiempo. Terminó. Ahora sí hacemos la transición espacial y salimos del local. Entonces pienso en una disincronía: hemos permitido avanzar el tiempo antes que el espacio con la certeza de que el final de la pausa implicaba la transición espacial.

Siempre hay alguien, cada noche, en cada local de copas, a quien cuando decide terminar la noche un acorde le inmoviliza para escuchar la última canción.

La noche... el humo... las copas... la música... la obviedad sin inteligencia... todo tan igual... sin matices... sin distinciones...

Ernie, te echo tanto de menos!